La foto puede diferir del Ferretero que pagó el velorio.
domingo, 23 de septiembre de 2007
La teta.
Aún conservaba la frescura propia de la juventud, con sus 15 años gastados, dos hijos y la cabeza arruinada por el pegamento, Joana salía de la casilla de Villa Banana con su prole a cuesta. Rubia, por la burla de algún gen de uno de sus ascendientes germánicos que emigró a Misiones varios siglos atrás, flaca y sin pareja estable enfrenta el día nuevo, que empezó alrededor del mediodía, cuando su hijo mas chico se prendió solo de la teta materna tatuada por instinto. Tratando de hilvanar pensamientos se encamino por entre los pasillos para el Distrito, donde dan los Ticket. Sabía que si se dejaba tocar un poco por el despachante de la ferretería le cambiaría los tickets por Poxirran. De todos modos, ella no sabía si el niño que la despertaba todas las mañanas chupándole la teta no era hijo del despachante, es que algunas veces el precio del pegamento era un poco mas elevado que un toqueteo, y después de todo ¿si era del despachante o de un pariente que dormía en su misma casilla que diferencia había?. $50 en cuasi moneda: 1 sachet de leche, 1Kg de pan, 2 cervezas, 1 atado de cigarrillos y la latita de Poxirran, que delicia. Su primer hijo nació cuando tenia 12 años, justo 9 meses después que descubriera que podían penetrarla, inclusive con el consentimiento de su padre. Luego con el tiempo empezó a encontrar algún placer en tener un hombre encima, penetrándola, generalmente alcoholizado. Llegó al Distrito sobre avenida Pte. Perón justo a la hora del cierre. Ya casi no quedaba nadie por cobrar, desde las 8:00 incesantemente llegaban personas a engrosar la fila del medigadero oficial. Joana cobró sin problemas. Regreso a su casilla, su prioridad era una jalada a la bolsita, esperando encontrar ese minuto de satisfacción que gozaría antes del profundo dolor de cabeza que sólo otra jalada borraría. Pero esta vez no llegó, fue asaltada justo en la puerta de la casa. Ella y su hijo más pequeño murieron a causa de las puñaladas recibidas por un vecino. El hijo mayor se convirtió en su testamento viviente. Los velorios corrieron por cuenta del despachante de la ferretería, todo un caballero
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario